24 de diciembre de 2013

En nombre del espectáculo y la libertad. Que les aproveche.

En nombre de la libertad se cometen atropellos indignos del nivel volver a la Edad Media en leyes como la del aborto. Una libertad esgrimida por cavernícolas que creen engañar a unos pocos de los suyos y alterar al resto que no es imbécil.
En el caso de la sacrosanta televisión suele pasar muchas veces lo mismo. Se infecta con porquería toda la parrilla en nombre de la libertad de elección como si no hubiese ninguna responsabilidad en ello. Aquí nunca nadie es responsable, el mercado dicta las leyes y tú eliges qué hacer. Ficticia sensación de democracia o algo parecido, pero como cantaba Bruce Springsteen, 40 canales y no ponen una puta mierda. Yo no diría tanto, pero casi. 

Que la vida es un show, que todo es un espectáculo y esas memeces ya lo sabemos de sobra y no voy a entrar a analizar eso. Que los programas de cocina en la TV son realities en los que la cocina es una mera excusa que podría ser intercambiada por fontaneros sin ningún problema también lo sabemos y ya no vale la pena luchar por ello. Pero lo de hoy es otra vuelta de tuerca al tema. Se acaba de estrenar MASTERCHEF JUNIOR. Qué bonito a priori.

Miren, un programa de niños para que sepan o muestren como cocinan o aprendan, me parece muy bien. Lo de anoche es de Juzgado de Guardia y de intervención de alguna autoridad si la hubiere en este país que ya no sé cuál es. Puro exhibicionismo del sufrimiento infantil y recreación en el mismo. No me vale que hayan estado dos horas antes mostrando unos valores determinados para que al final vayamos a recrearnos en el dolor y las lágrimas de unos pobres niños de 10 años. No, no y no. Si me quieres vender la moto del talent show, eso lo cortas o lo editas para que no salga así. Pero no, lo haces, lo muestras y te recreas. Eso no es de ser buena gente, pero tampoco voy a insultarles mucho más, ustedes mismos, son libres de dar apoyo a programas que causan este dolor en algunos niños. Pero conmigo que no cuenten. Del talent show al reality hay un paso, ¿pero con niños? ¿Es necesario? Los mismos que atacan a los americanos por casi todo luego los ponen de coartada cuando les interesa "es que allí también hay una edición con niños y no pasa nada". También pueden comprar armas en el súper pero eso no interesa decirlo. Cada país será como será y a mi me toca tragarme lo de aquí y hay cosas por las que no paso. Y hacer llorar a niños sometiéndolos a enfrentarse a un jurado como los mayores, pues es una hijoputada de alto calibre. Pero debo ser yo que trabajo con jóvenes el que tenga la piel muy final Ustedes pueden seguir riéndole las gracias a todos esos grandes chefs que se prestan a estas mamarrachadas impropias. Si es con mayores de edad, las víctimas sabrán. Pero con niños, es para denunciar a unos pocos.

Todo eso teniendo claro que los padres tienen su parte de responsabilidad, enviando a sus naves a luchar contra los elementos carroñeros de la TV. Ahora saldrá alguno que dirá que no le gustó lo que pasó y todo eso. Claro. Pues estás comercializando con el dolor de tu hijo con la esperanza de que te haga rico, no jodamos. Aquí todo el mundo sabe a lo que va. Tú, como padre/madre, deberías saber a qué estás dispuesto. Que los niños tienen que llevarse disgustos en la vida es obvio. Pero no hace falta que otros vendan ese dolor íntimo. 
Lo que no entiendo es que se llegue a defender el formato con el argumento de que "otros niños en el mundo están peor y habría que fijarse más en ellos y no en estos". Eso pasó anoche también. Una gran noche para la infamia. Como dije, podríamos pensar en hacer programas con niños en los que les tiramos piedras y luego decir que en otros sitios están peor porque hay guerras. Menudo argumento cutre. Si ése es el nivel, no hay más que decir, sigan viendo como cocinan unos chavales para poder meterles luego un palo y se pongan a llorar y crear empatía y decir "qué monos los niños". Desalmados.

Por otra parte y para acabar, un par de apuntes más sobre el formato. El primero, el horario. Un programa con niños, supuestamente para niños y que acaba a la 1 de la madrugada. Todo muy lógico. En la lógica Campofrío preconstitucional del carácter español. Tremendo. Ni que sean vacaciones para ellos. El programa va a tener al menos dos ediciones fuera de estos días de asueto. ¿Se va a pasar a horario de sábado por la tarde? Un aplauso para los programas familiares que inculcan buenos hábitos a los niños entre las 22:30 y la 1 am. Seguro que los niños se van a hartar de hablar del programa en el patio del colegio, claro que sí. Ya pasaba cuando el Conciertazo era un fenómeno. Hordas de niños peleándose por si se era más de Verdi o de Wagner. Algunos no han pisado un patio de colegio hace décadas y se nota.
Y segundo, sobre buenos hábitos y modelos positivos, invitar a Mario Vaquerizo es un total acierto para que los niños se vuelvan gilipollas del todo. Luego algunos se extrañará lo que vende Belén Esteban y las colas en sus firmas de libros. Esta puta cultura Mediaset-MTV que todo lo inunda y todo lo arrasa. Referentes infantiles como Mario Vaquerizo que no tiene ni idea de comer y que da la impresión (no puedo asegurarlo) que vaya borracho todo el día a base de cervezas. Una gran persona, seguro que sí, pero no. Alaska en los 80, vale. Él, no vale.

Y así van pasando los años. Niños carne de reality que alternan con gente como Mario Vaquerizo en un programa de cocina (!!!) a las tantas de la madrugada. Pero son libres y pueden verlo. Yo por si acaso voy a pasar. Porque tengo cierta conciencia y una piel muy fina y porque no me hace falta pelotear a todos los chefs del país y decirles lo bien que lo hacen todo. 
Ahí se quedan con su libertad y que les cundan estas lágrimas, como espectadores, padres o lo que quieran. (Siempre pueden pensar que en Siria hay niños que lo pasan peor y no tener mala conciencia porque esto es un show)


15 de diciembre de 2013

De las consecuencias y la responsabilidad de nuestros actos.

No voy a descubrirles hoy el futuro apocalíptico que nos espera tras este presente de miserias y pérdida de derechos de todo tipo. No es este un blog de debate económico ni esperen sesudos análisis propios del WST. Pero el otro día un dato que ya hemos tratado por aquí en alguna ocasión se nos reveló en un espléndido artículo de La Vanguardia y además se combinaba con una de nuestras pasiones: la hamburguesa.

Ya lo hemos dicho más de una vez y lo volvemos a repetir, pagar 8€ por una hamburguesa puede ser no solo lógico sino también beneficioso para nuestra sociedad. Vamos a explicarnos.
En el clarividente artículo del que les hablaba anteriormente se explica con datos lo esbozado hace semanas en este mismo blog, y con la metáfora que aquí escogimos como ejemplo para lo mismo. ¿Qué consecuencias tiene consumir en McDonald's y no pagar la calidad que se puede conseguir pagando algo más? O, ¿cómo puede hacer McDonald's para ofrecer comida (...) al precio que lo hace?

El low cost significa low quality y low rights. Pagar poco por algo significa estar pagando poco a alguien que manufactura ese algo. Hablando claro, si estás pagando una mierda por mierda, alguien está cobrando una mierda. Así funciona el juego y el que no quiera jugar que deje de consumir de forma irresponsable. Consumir es la única acción democrática real que tenemos. Es otra idea de la que suelo hablarles. Cuando votar es una estafa porque los partidos políticos no cumplen lo que prometen y vivimos en una economía basada en el consumo masivo porque consumo es producción y producción es trabajo y trabajo es consumo, consumir de forma responsable es un acto revolucionario y de auténtica libertad.
Nos acostumbran al low cost y luego los precios dignos que pueden recaer en sueldos dignos nos parecen una estafa. Y ya hemos perdido.

El artículo de LV habla de jornadas de cerca de 40 horas en el sector del fast (junk) food a cambio de sueldos de 200€. En Manhattan. Imagino suponen que con esos ingresos es difícil poder vivir dignamente. Abocados a beneficiencia. Y a consumir lo que les llega con ese sueldo: su propia comida basura a 2€. Es decir, el negocio perfecto para esos "emprendedores" de la comida basura. Pagas una mierda para poder hacer que esos mismos trabajadores puedan consumir esa mierda y no otra cosa. Y a ganar dinero. Sin implicaciones éticas, ni morales ni de dignidad. La sociedad low cost. Sueldos y condiciones laborales a la par de los precios de basura envasada. Consecuencias, responsabilidad.

Pero estos datos de jornadas laborales y sueldos no son lo único escandaloso en el artículo. El 97% de los puestos de trabajo creados en el Estado de New York, capital Albany, desde 2007 inicio de la crisis han sido en el sector de la comida rápida. Eliminación de la clase media, lowcostización de la economía, miseria para los trabajadores y recuperación de beneficios para Wall Street. Desigualdad social in crescendo y todos contentos porque tenemos trabajo. El crimen perfecto de nuevo. Puestos de trabajo para mucha gente, ¿pero en qué condiciones? Pero es peor no tenerlo, nos convencen, lógicamente. Así que se impone el modelo. Llámenlo McDonald's o Eurovegas. El chantaje de la inversión que se pierde. "Son beneficios para todos", dicen. Pero no me lo creo. Para algunos seguro. Para todos, jamás. Y se juega con esto continuamente. Si no te tragas el argumento oficialista, estás en contra de tu país, comunidad o ayuntamiento y eres un radical anarquista o similar. Pues lo voy a ser. El trabajo ha de ser digno y ha de comportar un sueldo digno. Y si para eso hay que pagar precios más altos, hagámonos a la idea. No nos queramos ver trabajando por 200 euros-40 horas en nombre del progreso y de la suerte que tenemos de tener un trabajo. Esto no debería funcionar así. Dickens lo denunció hace unos pocos años y no queremos volver a eso. No queremos ser ese Monsieur le Maire impostor porque mucha gente luchó por su dignidad y murió por ella como para que nosotros perdamos nuestros derechos sin ni tan solo cuestionar esta lowcostización que tiene como consecuencia la pérdida de derechos de la clase trabajadora y la miseria de millones de personas. La hamburguesa como síntoma de un proceso global y una forma de producir.

Ya viene otro rojo radical con el sermón de siempre. Puede ser. Pero cuando vayan a McD o a Zara piensen en la gente que trabaja por cuatro duros para que podamos beneficiarnos de precios bajos. ¿O se piensan que las empresas pierden dinero marcando precios bajos? Claro. Pobres corporaciones de millones de trabajadores que sufren los ataques de dignidad de cuatro renegados.

El grito en el cielo, pagar 8€ por una hamburguesa. Deberíamos hacerlo todos si es un precio justo. Pensemos en la gente detrás de esa hamburguesa, en el productor, en el cocinero, en el empresario que paga sueldos justos a sus trabajadores y en la calidad del producto. Esto no es pagar precios altos por cualquier cosa. Esto es pagar justamente y volver a pagar lo que toca por productos de calidad y gente con derechos. 
No más explotación ni aquí ni en Bangladesh ni en Manhattan. Cambiemos, por favor. Cambiemos. Ejerzamos nuestra responsabilidad como consumidores y pensemos en los beneficios de nuestras acciones y en los perjuicios de los mismos. Nos va a salir más caro, pero es lo correcto. Aunque igual no es caro, es justo.

Para acabar, dos cosas: la primera, poder condicionar el permiso a un local de comida rápida a que pague salarios dignos (veríamos qué es eso) como quieren hacer los nuevos dirigentes de NYC puede ser un inicio. Y como ellos mismos dicen, si a los ricos no les gusta, que se vayan y así bajará el precio del suelo. Y segundo, recuerden que no consideramos ni comida ni rápida a eso que llaman fast food. Puro plástico a precio de oro. Y que encima no repercute en beneficio de ningún sueldo más que en el del CEO de la empresa.

Al infierno y sin cenar. Más Comercio Justo y salarios dignos y menos engañar a los niños con Happy Meals que son puro terrorismo gastronómico y laboral. 

La democracia es poder consumir lo que queramos. A eso hemos llegado. Así que háganlo de forma responsable.

28 de noviembre de 2013

Decoratio vulgaris ethicusque.

Demasiadas oportunidades se le dan a determinados locales de escaso mérito. Creo en el poder de la estética y mucho más en el de la ética, pero cada vez andan más disociados imponiéndose una estética vacia sobre la ética del buen hacer y lo que debería ser justo. En esta sociedad de la apariencia y el quedar bien parece mucho más rentable aparentar ser un buen local que serlo en sí mismo. Se dejó de aplicar aquello de la mujer del César, que tenía que ser honrada y además parecerlo o aparentarlo. Ahora sólo le hace falta aparentarlo y sin rubor alguno si no lo es. Debe ser el progreso que nos ha vuelto imbéciles a todos.

Existe una corriente dentro de la No Gastronomía (además de esos programas de TV que parecen tratar de la misma pero que no son más que un GH sin experimento sociológico alguno como pretexto) que se ocupa de que restaurantes de mucho postín se gasten una pasta más allá de lo que consideraríamos gansa para deslumbrarnos con postizos al nivel del de Javier Cámara en Lucía y el sexo. Mucha preocupación estética y escasa preocupación por ofrecer calidad al nivel de lo anterior. No me entiendan mal, no es que necesariamente el local preocupado en exceso por su look tenga que ser malo per se. No es eso tampoco, sólo que desconfío. Porque demasiados planetas deben alinearse para que en ese tipo de local coincida tanto buen gusto. No suele pasar. Mucho envoltorio y parafernalia para demasiados cacahuetes revenidos. 

Me lo suelo tomar como otra señal de alerta. Dime cuánto has invertido en esa decoración y mi interés crecerá de forma inversamente proporcional. Si es que de verdad, no hace falta tanto. Que la cosa es ir a disfrutar de la comida, y no tanto de las vistas. Para tener vistas ya podemos ir a una terraza en la montaña a comernos un arroz y pagar de forma acorde. Para ir a un restaurante, con que la comida sea buena y el local no sea feo o desagradable me vale. Los dispendios estéticos están de moda, pero de verdad que no hacen falta. Están de moda y salen en blogs de moda y les dan premios unas revistas de moda. ¿Pero de comer qué tal? Parece que da un poco igual. Una lástima.

Este moderno proceso lo pueden ver cuando se inaugura un local y empiezan a llegar fotos del local en sí y no de su oferta gastronómica. Todo muy bonito o pretendidamente bonito, pero sin noticias de la jamancia. Adornos, fuegos artificiales y superficialidad conjugadas a la vez. Proyectazos decorativos lujosos sin proyecto de cocina detrás. Que vengan por el cómo es antes que por el cómo se come.
La cuestión es que mucha foto equivale a sospecha. Si les inundan Instagram o similar con mucha silla, mucho sillón y mucha lámpara del S.XVIII, sospechando que es gerundio y gratis. Pongamos la lupa ahí y analicemos bien.
Me parece perfecto que Herr Dekorator se gane bien la vida, pero que dejen de deslumbrarnos con esos focos que quitan la atención a otros locales que también valen la pena. Y que tal vez hacen otros esfuerzos que no se ven tanto, pero que están ahí.


16 de noviembre de 2013

Del producto ninguneado al No pasarán.

Artículos sobre la importancia del producto hay muchos y muy buenos. Al hablar de producto nos viene a la cabeza un tipo de carne, un tipo de pescado, frutas y verduras con sabor a frutas o a verdura o, lo que en definitiva podríamos llamar una materia prima de calidad. Poder ofrecer al cliente experiencias únicas que se pagan acorde a las mismas.

En alguna ocasión ya les había molestado por aquí con algún artículo que hace referencia a la diversidad de precios que se pagan en restaurantes y demás locales de comida a tenor de la materia prima que se utiliza. No es lo mismo comer en un Burger King que en un local de hamburguesas de verdad. Ni por materia prima ni por lo que tiene que cobrar quien elabora esa "comida" en el caso de BK. Factores que inciden en el precio final. Y conocen nuestras preferencias y lo que nos parece más ético o moral si es que se pueden aplicar estas categorías en este contexto.

En todo caso hoy no toca una filípica en contra de los precios, más bien toca una en contra de los que intentan hacernos comulgar con ruedas de molino medieval ofreciendo en la carta de su local  algo que no es. Y como no es no puede ser.

El tema es el siguiente. Conociendo mi pasión por el Bagel, alimento de Dioses paganos y de gente de bien más en la Tierra, siempre que me encuentro con ellos en alguna carta medio loca que intenta arriesgar ofreciendo algo original, los pido a ver qué tal están. He de decir que pasa poco, que no es muy normal encontrarse con ellos y que esto no es NYC, pero a veces, haylos. 
Hasta aquí, bien. Pero ya está. Luego, es terrorismo de producto. No hay el más mínimo ápice de vergüenza en ofrecer cosas que no son lo que dicen ser. Si tienes un local y ofreces bagels, que sean bagels y no otra cosa. Si tienes bagels en tu carta no ofrezcas ni brioche dulce redondo con un agujero en medio ni pan del de toda la vida con el ínclito agujero.

Hacer bagels es muy complejo. Cuando le pregunté a Xavier Barriga, alma mater de Turris y maestro panarra, sobre porqué no los hacía me comentó que son muy complejos y necesitan una infraestructura que hacen complicada su elaboración. Como dato que añado, el bagel una vez hecho y antes de entrar en el horno debe ser hervido en agua, lo que le da la consistencia que lo caracteriza. No es un pan normal y no es un brioche para comer con mantequilla y jamón dulce. No. No los hace cualquiera y no todo el mundo sabe hacerlos.
Que yo sepa, en Barcelona existe un panadero que se dedica a ellos desde hace mucho tiempo y casi en exclusiva, en Gràcia, panadería Be My Bagel en Plaça del Sol. Hace poco he descubierto una gente que se hace llamar Yes we Bagel y que ofrecen algo parecido pero sin llegar a la excelencia del primero. Resultones pero sin la gracia del anterior. Y es que The Bagel Shop en Canuda era un mito y Be My Bagel recoge su testigo, directamente.

Toda esta perorata bageliana viene al caso por el último hallazgo en tima-modernillos con el que me he encontrado y me ha indignado, claro. Tuvo lugar en cierto local del Born tocando a Arc de Triomf que está bastante de moda entre el mundillo juvenil-in de la city, y al que me acerqué a ver qué se cocía. Y los bagels seguro que no lo estaban, cocidos, quiero decir. Cobran 9'5€ (!!!) por un bagel que no es un bagel y por una loncha de salmón. Una. Y mucha rúcula. Qué listos. Pero eso lo dejaré para el post que escribiré sobre el affaire en el blog para esos menesteres. Lo que me subleva, y se nota, es encontrarme con este engañabobos que perjudica al minúsculo mundo del bagel. No puede haber nadie en su sano juicio que se pueda aficionar al bagel si se toma lo que ofrecen en aquel local tan bonito. Bagel con salmón. Pues no. Salmón poco, pero bagel, eso no lo es. Eso es pan. Redondo. Con agujero. Pero que no lo llamen bagel porque no lo es. Y que no lo cobren a precio de importación desde New York. 
Basta ya de insultos. Intentar aparentar modernidad porque ofreces bagels y luego ofrecer un trozo de pan es patético. Imagino a gente pensando tras acabar el plato "pues no tiene nada especial". Claro que no. Evidente.

El insulto al producto sea el que sea. Llamar pan a las barras de gasolinera. Foie a foiegrás. Kobe a vaca del Pirineo. Anchoa de L'Escala a las que venden en el Día. Captan la idea. Ya está bien.
Éramos pocos bagelianos y tenemos que encontrarnos con esto. No pasarán.

26 de septiembre de 2013

BASTA YA (otra vez)

Mucho hace que no escribo indignado. Bueno, igual no tanto, pero no escribo desde las epístolas del tipo Pedro Abelardo y Eloísa fruto de los calores veraniegos. Y toca actualizar.

A ver, hoy vuelvo un poco a un tema que creo haber tocado ya previamente y que no es otra que las memeces que suelen decir ciertos medios para intentar mediatizar las visitas a uno u otro local que por lo que sea tiene que estar de moda (nótese el tiene). Estamos hartos de modas trasnochadas, de movernos por modas, de crear modas, de que nos hablen de modas y de que nos quieran hacer creer que algo está de moda. Basta de chorradas gratuitas que nos insuflan vía cibernética, que es muy barato.

Estos días estamos viendo un par de temas que nos están hartando un poco. A saber, la apertura de la última genialidad de Albert Adrià, y ligado a lo mismo, la vuelta de la "tradición" a nuestras mesas.

Por partes. Lo de Adrià no es nuevo. Son genios y todos lo sabemos, pero basta ya de dar por novedad algo que no lo es. No sé si es su intención o es la del departamento de prensa de su grupo, pero la Bodega 1900 no ha inventado un carajo. Ni ha vuelto a poner de moda nada. Algunos todavía creen que América fue "descubierta" en 1492, como si no hiciese miles de años que estaba habitada. Con las bodegas igual. Nunca se fueron, igual quedan menos que antes, pero haberlas siempre las hubo. Y siempre hubo gente que las frecuentó, pero no salían en los medios o no tenían la fuerza que tienen otros. Existen desde hace años incluso colectivos en Defensa de las Bodegas de Barrio o de los mismos bares, pero nada, Adrià ha puesto de moda la anchoa y la oliva, por esferificada y espectacular que sea. Dar quince vueltas para llegar al mismo sitio. Inventar lo inventado y que parezca un invento. Hacer pasar por viejo algo nuevo y por nuevo algo viejo. Déjense engañar si quieren, pero no cuela. Ya no. A algunos les valdrá para poder decir que han pisado una bodega "de toda la vida" ya que les supone en muchos casos un problema dejarse caer por bares de verdad, de los de palillo y vermut. Ideal tontadas. Ahora los pijos podrán ir de bares de vermut, al igual que encontraron locales de hamburguesas a 20€ la pieza sin chusma alrededor. Quédense con esos locales.
No critico lo que se pueda comer y la experiencia que seguro que es la Bodega 1900. Tengo la convicción de que será espectacular, y que nunca por tan poco pagaste tanto tan a gusto, pero el concepto, amigos ahí está el problema, en querer hacernos creer cosas que no lo son.

Ligado a esto, la brutal aportación del gran Quim Monzó en el Versió RAC1 del otro día. Basta ya de gilipolleces de "vuelta a la tradición". Muchos de los que renegaron de ella, de los que la echaron de las mesas, de los restaurantes y casi de casa se presentan ahora como los salvadores de la misma. Revisionistas de la gastronomía. Muchos que nos hicieron creer que el caviar, el foie o el suero de parmesano tenían que substituir al caldo casero o a los callos ahora reniegan de ellos mismos y se presentan como the next best thing. Inventando la sopa de ajo, y nunca mejor dicho.
Larga vida al charlatanismo como modus vivendi. Bienvenidos al mayor y más fraudulento espectáculo del mundo. 



PS: Los crédulos serán felices en el Reino de la Mentira Perpétua.

18 de agosto de 2013

Juntando letras para mi amigo Albert. La respuesta.

Estimado compañero blogger, y periodista, Albert,

Empiezo por darle las gracias por las interesantes enseñanzas que contiene la carta. Se ha tomado muy en serio enseñarnos el camino correcto en este caso y eso le honora. Mis respetos.

Aviso que voy a ir en orden de su carta, porque así se rebate mejor y puede hacer más sencillo seguir el debate a los demás, si es que a alguien le interesa realmente esto. Debate, por supuesto, nadie intenta imponer el pensamiento único como hacen nuestros dirigentes políticos. Por eso estamos invirtiendo tiempo los dos. Y otra gente leyendo y pensando a la vez que somos unos imbéciles con poca feina estos días.

Mire, yo conozco a Rosanna, poco, pero la conozco en persona y me parece una bloggera interesante y que no se anda por las ramas. Además de entender del mundillo. Ha participado en el libro de los Roca, por ejemplo, a los que sin duda conoce bien. Y ella explica las cosas de forma directa. Si en la descripción de un plato dice "soso" es que estaba soso y todos sabemos lo que eso significa. Y si dice bien, pues más aún. ¿Qué necesidad hay de disfrazar el lenguaje con barroquismos excesivos que a nadie le interesan? Ni ella ni yo, somos Anton Ego y nos importa un carajo el disfraz del lenguaje, por lo visto. No se dirige a los críticos del NY Times. Si yo digo que un bocadillo está bueno, la gente que me lee lo entiende. Incluso la gente que lee blogs de más alta alcurnia y pretensiones puede llegar a entenderlo. Esto que usted comenta me parece también un ataque gratuito hacia Rosanna, ciertamente innecesario y algo clasista incluso. Regol hay uno y no queremos suplantarlo. Otros lo han intentado y no han tenido éxito, como bien sabrá. Al parecer es él el que se acerca últimamente a los locales que hasta ahora sólo eran para parias de la blogosfera, cosa que nos honra a todos, aunque no diga "soso" ni "bien" todas las veces que lo decimos nosotros. También le diré que no a toda la blogosfera le gusta Regol ni creen en él, pero eso también lo sabe.
Lo que sólo faltaría es que tuviésemos que hacer el curso de crítico gastronómico de Capel para poder escribir en nuestro blog y hacer fotos de baja calidad con un móvil. En todo caso, la libertad para no leernos es la misma que para hacerlo, así que si a alguien no le gusta el cómo hablamos o cómo escribimos, sólo tienen que dejar de hacer clic en su navegador. Fácil y muy barato.
El debate sobre las mesas y el precio tampoco me interesa mucho, si no hubiese ese olor clasista que te golpea en la cara cuando te lo plantan en la puerta. Se puede decir de muchas formas lo mismo, y con el dineral que se han gastado en publicidad, podrían haber pensado un poquito más para evitar quedar como unos clasistas pijos, la verdad. Porque ser clasista rojo es menos interesante y todos lo sabemos. El clasismo del que te echa en cara con poca gracia "eres pobre no tienes acceso a esto" es simplemente asqueroso y obsceno. En el bar de la esquina simplemente te dicen que si no vas a comer no ocupes la mesa, que vayas a la barra. No creo que sea lo mismo. Hablamos de consumir una coca cola o consumir un menú en una mesa. En el innombrable no es eso.

Sobre el derecho a réplica, nadie lo ha cercenado ni se pretende. Yo sólo digo que lo que hay que tener es cuidado cuando reclamas ser un profesional y pides profesionalidad. Si eres el dueño del innombrable, pues vigila lo que dices o tu fama va a empeorar. Si eres un profesional deberías saberlo. Si crees que Rosanna no lo es, no le hagas caso. Dedícate a agasajar a otros profesionales y ya está. Es la diferencia entre el profesional y el no profesional que él mismo reclama. No te comportes como un navajero despechado y todo te irá mejor. Si el profesional está nervioso porque no le va bien el negocio, que se rebane los sesos o que contrate a alguien de ESADE o similar para ser asesorado. Pero que no descargue su ira y quede como un amateur del tres al cuarto contra una blogger que se acogió a su mismo derecho de libertad de expresión. Que nos critiquen, que lo hagan, pero con corrección, como reclama él mismo. No vale hacer lo que acabas de decir que no te gusta que te hagan.

En lo de la blogosfera y el corporativismo, por ahí sí que no. Decían The Rossinis en el Via Lliure hace un par de semanas que la blogosfera catalana era como una gran familia. Los Soprano y los Corleone también eran una gran familia. Y yo no pienso defender a no sé quién por ser blogger, faltaría más. Defenderé la causa que me parezca justa. Hay bloggers que no me interesan un carajo y por los que no moveré un dedo en sus guerras eternas. Ni espero ningua fidelidad ni caridad a cambio.
La blogosfera no existe. Somos nosotros. Individuos con afinidades y que escriben. Y como conozco a Rosanna y me fio de ella, salgo en su "defensa" aunque no le haga ninguna falta. Corporativismos los justos, ni me gustan ni quiero verlos ni aquí ni entre el profesorado de instituto y sindicatos obsoletos jurásicos. Hay bloggers con blog, bloggers con carrera de Periodismo y periodistas con blog. Y en todos sitios hay gente válida, incapaces y buenas y malas personas. Yo hablo por los que conozco. La etiqueta blogger me importa bien poco. Como el corporativismo de los periodistas gastronómicos. Ni sé lo que es ni me importa que se defiendan o se maten entre ellos. Como usted dice, soy lo suficientemente sabio y sé lo que hay por ahí.

Sobre lo de las burradas que se dicen en los dos bandos, me suena un poco a lo de las burradas que se cometieron en la Guerra Civil. Haberlas haylas, pero comparar una cosa con la otra es posicionarse a favor del ganador y poderoso. En este caso, el tal Parrado, al que no conozco pero del que ya me hago una idea por cómo escribe. Tampoco aguanto a los que ganaron la Guerra Civil.

Llegamos al tema de la responsabilidad. Éste es el tema importante del post. Si tengo un blog y la gente me lee por encima de mis posibilidades, tengo una responsabilidad, sí. Pero para los lectores, no para el local que hace mal las cosas según he podido creer y bajo mi personal punto de vista.
Es decir, me parece que nos callamos demasiadas veces las cosas negativas por el miedo a esa responsabilidad y por el miedo al temor de que un local pueda cerrar por "nuestra" culpa. Primero que no creo que tengamos ese poder a no ser que seamos la Zagat o el Time Out New York. De verdad, hay mucha gente que va a restaurantes sin tener ni idea de lo que es un blog. Se llama mundo real y existe. No todo el mundo busca información en Internet cuando busca un sitio a donde ir. No nos creamos tan importantes. Segundo que la contrapartida es hacer que muchos consumidores se dejen mucho dinero en locales que no valen la pena, a los que nosotros sí que fuimos y sobre los que no alertamos en su momento. ¿Qué va primero, el derecho del local a existir y hacerlo mal o el derecho a avisar a la gente a que no se gaste los cuatro euros que ha juntado en el bolsillo? Demasiado miedo y demasiada opinión secuestrada por ese miedo al daño a locales que igual no deberían estar en funcionamiento según sus méritos gastronómicos o profesionales.
¿Todo vale con tal de que haya trabajo para algunas personas? Lo que podemos hacer después, siguiendo esta lógica ilógica es dejar que nos envenenen en algunos sitios si con eso conseguimos que un entrepreneur dé trabajo a 5 personas. Ya está bien de ese discurso, ¿no? Hay que callar por el bien de unos incapaces timadores (en el peor de los casos) para que puedan seguir engañando a unos pocos incautos. Pues igual YA NO. Esto no significa expropiar locales y que unos burócratas decidan qué se sirve en los locales propiedad del Estado. Significa capitalismo ortodoxo, oferta y demanda. El que no valga, fuera. No ocultarlo porque eso sí que parece, como mínimo, corporativismo. Defensa y elogio del restaurante incapaz. No en mi nombre.
Y no abogo por la crítica gratuita, pero si te sientes engañado, estafado o simplemente no te gustó, habrá que decirlo. Que se sepa. No sé qué método hay que utilizar (yo Twitter hasta ahora) pero tal vez haya que hacerlo.
En la historia de mi blog de visitas a locales sólo hice una crítica negativa entendida como "no vayáis porque no vale la pena". Y como bien dices Albert, no hizo falta para que cerrara el local, puesto que había cerrado tres días antes según me comentó en un tweet el amigo Adelf Morales, chef de Topik. Y retiré el post porque ya no servía de nada. Como aquel local. Y me supo mal por los trabajadores, pero igual se evitó que la gente se gastara ese dinero que tanto cuesta conseguir.

Sobre lo de escribir de un restaurante dos veces antes de criticar, hasta aquí podríamos llegar, amigo. ¿Cuál es el presupuesto del NYT? ¿Y el mío? ¿Lo hace Arenós, Capel o Regol cuando va a una inauguración? ¿Lo hacen los críticos del Què Fem o del Time Out en Barcelona? Esto queda bien y muy digno, pero es INVIABLE para los bloggers de poca monta como nosotros. Como no somos profesionales ni lo pretendemos ni sabemos de nada, vamos generalmente una vez, hacemos esa crónica según nos haya parecido y el que quiera leernos, adelante. Si volvemos es porque nos gustó la primera y porque queremos probar más platos. No venimos a sentar cátedra y no hay que complicarse tanto, ni tan solo de cara a la galería. Sólo nos faltaba un código blogger para que los justos e incorruptibles nos hagan ver el camino, nos impongan un Comité de Salvación Pública y se hagan con el poder de decidir qué blog lo hace bien y cuál lo hace mal.

Esto es mucho más fácil: te gusta quien escribe y cómo, lo lees. Si no, pues no malgastes tu tiempo. Como hago yo. Ni soy periodista ni lo pretendo. Que no vengan buscando a Pau Arenós en lahoradelbagel.com porque no lo van a encontrar. Faltaría más. Una afición que me ocupa media hora a la semana no puede ser tan complicada. Amigo restaurador, hágalo bien y tendrá buenas críticas. De indocumentados como yo, o de críticos con gusto y título. En pocos sectores se dan dos oportunidades. Seamos serios. ¿O usted, como periodista que es, pide publicar un texto dos veces en el Suplemento dominical de La Vanguardia? ¿O se la dan una vez publicado? Si un restaurador no es capaz de ofrecer lo que debe, no es mi problema, es el suyo como profesional que es. Luego te cobra la cuenta completa (normalmente) aunque haya tenido un mal día, y no ajustan los precios de la carta al estado de forma del cocinero o servicio de sala. Se paga a precio profesional, se critica como queramos. Esto no es nihilismo ni lo pretende. No nos hagamos los Justos ni los Salvadores de nada.

En el tema que viene sobre blogs, publicidad y cobros, simplemente me parece que está usted ajustando cuentas con alguien. No conmigo, creo porque nunca cobré de nadie, pero sí con otras personas que no salen en el post y a los que por alguna razón les quiere dar un toque aprovechando la coyuntura.
La gente es libre de hacer lo que quiera y como crea conveniente. No creo que haya ni un blogger con más de 100000 visitas al año que esté libre de pecado. Ni siquiera yo mismo, por supuesto. Algun evento ha caído, pero siempre como dije en algún otro post de este blog avisando. "Patrocinado por", "Gracias a". Si fui en AVE al Fòrum de Girona fue gracias a Estrella, sí, lo que no hace que vaya a decir nunca que se la beban porque me parece una cerveza bastante flójer. Tampoco les diré que se beban la otra, la de los (M)odernos, tranquilos. No creo que haya que justificar el porqué hicimos una cosa u otra, no hace falta, pero que se diga si vas a hacer un publirreportaje. Yo no he cobrado jamás de la cervecera antes mencionada, pero usted sí, como reconoce, y eso no lo hace ni más fiable ni menos. Es simplemente un hecho. Si a un blogger le ofrecen cobrar por hacer lo que ya hace en su blog, pues que haga lo que quiera. La responsabilidad será del contratante, no del contratado. Desde aquí me ofrezco a Fort, Mikkeler o Brewdog por si me necesitan para sus blogs y cobrar poco dinero y mucha especie.
La blogosfera no es pura. Como la familia que decía antes. Pero es algo que no me importa mucho porque poco puedo hacer ante eso. Que cada uno decida lo que quiera hacer. El problema con escribir es que cualquiera puede hacerlo. O eso parece. Y el problema, repito, no es del que escribe si no del que lo contrata para escribir antes que a un profesional, por ejemplo.
No pontifiquemos al respecto ni seamos Pater Bloggis porque no hay nada que hacer. Miserias cada uno las suyas y maneras de ganarse la vida también. No somos ejemplo de nada y esperemos que nadie nos tome como lo mismo. Yo predico para mi desierto.

Sé que aquí nadie trata de ganarse favores, queda claro y lo sé porque le conozco un poco. Con ese mismo argumento yo tampoco trato de ganarme enemigos entre los restauradores de la ciudad. No necesito conocerlos ni ser su colega para poder pasar por los restaurantes que quiera cuando quiera. Esa es el tipo de independencia que busco. Que no me conozca nadie y que me lea quien quiera. Si alguien me conoce es porque soy un pesado y un hombre de costumbres, que repito donde me gusta comer.
Cuando no me lean dejaré de escribir. O antes, para retirarme en lo más alto de las más altas cotas del fracaso. Y no tendré una lista de chefs conocidos en Barcelona ni fotos con ellos.
Y seré feliz, porque yo escribo para pasar el rato. Como este domingo por  la mañana.


Un saludo, buen amigo.

16 de agosto de 2013

Sobre reputaciones digitales veraniegas y otros enredos.

El caso que nos ocupa hoy ya tiene un largo recorrido. Creo y no me equivoco al decirlo de que estamos ante el post del verano en la blogosfera catalana. Cuando Rosanna escribió su post no creo que pensara ni por un momento en provocar lo que se ha generado a raíz de lo escrito el día de autos. Una crítica desde su blog a ciertos aspectos en cierto restaurante de renombre a base de, imaginamos, comprar buena publicidad en todos los medios del país durante varias semanas. Al local en cuestión sólo le faltó aparecer en la lista de las mejores hamburguesas del Time Out, aunque le vamos a dar un poco de tiempo conociendo a las dos partes.

Voy a aceptar que la autora del post, gran conocedora del mundillo gastronómico, hizo un par de comentarios que podían haberse evitado al aportar poco en el aspecto gastronómico del restaurante. Un par de referencias personales evitables. Tal vez. Pero por lo demás, una crítica a un proyecto nuevo que nacía con grandes expectativas y grandes dosis de megalomanía intrínsicamente. Una especie de local definitivo en el mundo del chiringuito y la terraza, sin estar en la playa pero con unas vistas desde la montaña que quitan, al parecer, la respiración. O eso aseguran y por eso te cobran de más.
Una crítica negativa. Sin paliativos. Razonada en a, b, c. Desde el punto de vista de una blogger como muchos de nosotros. Y una crítica que el supuesto dueño del local no acepta de buen grado. Ni él ni sus supuestos amigos (o era él mismo?) que atacan a la blogger desde razonamientos tan peregrinos como "no ser profesional", o "no entender de arroces". Claro, nos ha fastidiado. Ahora los bloggers sólo valen cuando hacen críticas positivas. Para eso sí que se les invita. Cuando alguien levanta una voz disconforme, "no es profesional". Pues claro que no. Entre otras cosas porque ella se pagó su comida y habló libremente como le dio la gana. El problema que tiene el personaje en cuestión es que un crítico profesional de los de verdad y de un gran medio estatal le puso un 6 como nota global a su comida. Esperemos que el propietario, o supuesto, haya llenado el correo del susodicho señor de insultos y de referencias a hormonas y días especiales mensuales aunque no sea un mujer...

Yo no soy ni propietario entrepreneur ni crítico profesional, pero digo lo que pienso. ¿Qué debe hacer un propietario al recibir una crítica en su actividad? Imagino, pero sólo imagino, que si te has sentido atacado en lo personal, pedir una disculpa por ello. Y en lo que se refiere a lo estrictamente gastronómico, pues aceptar la crítica igual que si un cliente se queja in situ. E intentar mejorar. Pero no entrar como elefante en una cristalería bohemia. Que es lo que pasó. Los bloggers no pueden hacer malas críticas pero los supuestos acólitos del propietario pueden insultar libremente. Todo el mundo queda retratado, y no para bien. 

Personalmente mi postura es la siguiente. Cuando voy a un local y no me gusta, no lo publico en el blog. Pero queda claro en Twitter, por ejemplo. Clara es mi postura en lo que se refiere a locales como Toto, El Filete Ruso o demás restaurantes probeta.
No quiero perder un precioso rato de mi vida escribiendo un post que al final no va a servir más que para hacerle publicidad a un local y hacer crecer la expectativa sobre el mismo, aunque sólo sea por el maldito morbo. Así que hablo del mismo en unos tweets, por ejemplo, y ya queda clara mi postura. Pero defiendo, por supuesto, que cada blogger hable de lo que quiera y como quiera. Nuestro blog es nuestro y diremos lo que queramos. Si alguien nos considera "no profesionales" (pues claro!) que simplemente no haga caso o al menos no se retrate y quede en evidencia. De hecho y gracias a todo este lío, voy a empezar a reconsiderar mi postura, y si hay que luchar contra timos, engaños, trileros de la gastronomía y demás gente de bien, igual lo hacemos desde las líneas del blog, y que quede claro desde el titular, como fue el caso. 


Hasta aquí habremos llegado. Apoyo total a Rosanna y a que diga lo que quiera. Que nos habrán los ojos y que haya contraversiones a las oficiales. No todo tiene porqué relucir, por mucha publicidad que nos hagan en los medios. No niego que se pueda comer bien en el local en cuestión ni que haya gente a la que le ha encantado. Por supuesto. Incluso hay gente que es fanática de McDonald's y no por eso lo hace mejor y no criticable.

Aprendan a aceptar las críticas, "profesionales" de la gastronomía. Que ustedes cobran, y demasiadas veces demasiado, y nosotros no tanto.


14 de julio de 2013

TIEMPO MUERTO.

Algunos ya conocen mi poca estima por cierta publicación sobre el ocio barcelonés que se presenta como la mayor prescriptora de tendencias de la capital sin ningún pudor y teniéndose en muy alta estima. No va a ser este post un intento de usurpar ese "privilegiado" trono desde el que nos miran y desde el que no hace tanto se acusaba de hacer malas fotos a los bloggers y de manchar de alguna forma lo que vendría a ser el "periodismo gastronómico". Prefiero hacer malas fotos a creer que soy una revista de prestigio que no se entera cuando cierran algunos locales que siguen apareciendo en algunas de sus sospechosas listas o que se equivocan en los horarios de los locales que supuestamente promocionan. Blogger pero con alguna idea y preocupaciones que parecen no tener ellos que cobran por su revista.

El post de hoy viene de una circunstancia muy particular. Tiene que ver con hamburguesas y listas de méritos, o no tanto. Hace un par de meses, la revista TO nos brindó una de sus maravillosas listas de "las mejores hamburguesas de Barcelona" en las que sinceramente no se podía entender cómo se había hecho la misma. No es que no apareciesen locales que tal vez podrían haber estado, que también, sino que además había algún local en el que la hamburguesa ni era especialidad ni prácticamente la encontrabas en la carta. "El local X tiene grandes bocadillos (cierto) y además te puedes pedir una hamburguesa que no están mal". Casi literal. ¿Es legítimo obviar locales de prestigio para meter en tu lista locales que no se dedican ni a lo mismo a lo que tú dedicas la lista? Para mi, es un error por no decir un pequeño escándalo. Porque se juega con la comida de la gente. De la gente que trabaja para tener clientes y que no se les reconoce su buen hacer porque no aparecen para el gran público (imagino que mucha gente lee la revista) y quedan apartados de los laudos que se llevan otros de una forma no del todo legítima.

Hasta aquí es un rollo de listas e impresiones subjetivas, si somos condescendientes. Ahora pasamos a la acción. Tras aquello, la revista prescriptora se pone en contacto con una hamburguesería que no había aparecido en la susodicha lista. Y ofrece servicios a cambio de dinero. Un espacio en la revista a cambio de una cantidad X de €. El local siente que algo falla aquí. Entiende que es una especie de extorsión y hasta donde yo entiendo, también. Pero no lo era. 
Acusamos injustamente a la revista, fue un error y personalmente entoné un mea culpa, ya que lo que se ofrecía era un espacio publicitario para un reportaje sobre hamburguesas que salía el 10 de julio del presente año.
Un malentendido porque tras el episodio de la lista anterior estábamos todos deseando encontrar la respuesta al cómo se cocinaban esas listas. 


Pero llega el reportaje del 10 de julio de 2013 y en la revista TO sale el espacio que se podía contratar para la publicidad por parte de los locales de hamburguesas que quisieran participar. Ningún problema, el local que haya querido pagar su espacio, sale. Y en pequeño, arriba, pone bien claro o no tanto, Publireportaje. No es una lista, es un listado. Lo pueden ustedes ojear, el listado es lícito y legítimo, evidentemente.

Y pasamos al último paso del esquema que les presento. Ayer, paseando por esa red sin escrúpulos ni responsabilidad de color azul y blanca, leo el estado de una de las hamburgueserías que sí que salían en el listado de la revista el día 10. Y dice lo siguiente: "Kiosko sale en TO esta semana...Una hamburguesería de la más alta calidad según la revista." Nos paramos en el "según la revista". Bajo el estado, un comentario entusiasta dice "lo dudábais?" Bajo este comentario, está el mío, menos entusiasta. (Y me gusta el local)
A ver, aquí creo que viene lo bueno. Hasta donde yo sé en esta historia, el comentario que salía en el reportaje de las hamburguesas LOS HACÍAN LOS MISMOS LOCALES. Es decir, la revista pedía que se enviasen 3-4 líneas describiendo el local, que sería lo que aparecería bajo las fotos. Perfecto. El local se sorprende (...) de que la revista diga que son hamburguesas de alta calidad y lo presentan orgullosos, cuando fueron ellos los que lo escribieron. Y después llega el efecto buscado e importante: el cliente cree que es verdad, que la revista escribe sobre los locales, porque se oculta deliberadamente desde el restaurante que es un reportaje publicitario pagado. Todo muy bien. Yo digo que soy lo mejor de la ciudad, la revista lo publica, el cliente cree que la revista lo dice. Un triunfo total. Una estafa, una mentira deliberada.

Pero no es ilegal. Es publicidad. Y el cliente se la cree o no. La intención tal vez sea hacer pasar el listado por una lista porque somos muy listos, pero no a todos les va a colar. Cada vez cuela menos y todos nos conocemos. Ya está bien de rollos. Luego hay que aguantar en algunos sitios que "los bloggers se venden muy facilmente y no te puedes fíar de ellos", y se supone que la dignidad está en lo impreso y en un periodismo de facultad que acaba haciendo trilerismo empresarial porque lo decide así el Director o el Consejo de Administración.

Que no me expliquen más cuentos. Todo lo escrito es mío y es mi opinión. Si a ustedes les parece una gilipollez pueden olvidar el post para siempre. Si creen que puede haber algún elemento para la reflexión, reflexionen, pero sobre todo huyan de quienes les van a presentar "lo mejor de lo mejor". ¿En base a qué? ¿Conocen todos los locales de la ciudad, los han probado todo? No se lo crean.

Y para otro día dejamos el debate de si una vez has insertado publicidad en una revista tienes más probabilidades de salir en las listas de "lo mejor" de la misma. No sé, igual...

25 de junio de 2013

El fuego que divide.

El fuego es la razón de ser de la raza humana. El fuego transformó una vida incómoda de unos homínidos en una vida más confortable de unos hombres a través del paso de centenares de miles de años.
El conocimiento del mismo, su control y su posterior utilización para la defensa, la iluminación y sobre todo para la alimentación es básico para entender de dónde venimos y porque somos como somos. Hijos del fuego.

Pero hoy no voy a hablarles de historia del Paleolítico, de la que mucho desconozco, sino de algo menos intelectual y mucho más prosaico y banal. Al menos a simple vista, aunque subyagan en el argumentario notas de más profundo calado cuasi antropológico. Hoy les planteo la relación del hombre y el fuego. Y por hombre quiero decir el hombre como género sexual, no como sustantivo equivalente a Humanidad. El macho y el fuego.

No vamos a analizar quién era el responsable de crear ese fuego hace 150 mil años, ni tan solo las técnicas para lo mismo. Gente más preparada y documentada lo ha hecho ya o lo hará por mi en un futuro. Pero en aquellas sociedades nómadas de las edades pre-históricas (como si no fueran historia misma en sí) los trabajos de caza y recolección quedaban divididos de forma simple: caza para el hombre, recolección para la mujer. Tras miles de años de supuesta evolución (al menos en el plano cultural), los roles por género variaron poco. La mujer se quedaba en casa y el hombre salía a cazar (trabajar). Una división sexual del trabajo ideal para neanderthales y para fascistas contemporáneos en su defecto. Fácil. El trabajo se divide y cada unidad de la familia tiene su función.

Pero no siempre. Y aquí entra otra vez el fuego, protagonista cálido de la introducción. Mientras la mujer era dueña obligada de la cocina en el ámbito doméstico hasta bien entrado el S.XX, el hombre se adueñaba de la cocina exterior cuando era menester. Si se salía de casa a hacer la comida, en lo que podríamos llamar “exococina” a lo Lévi-Strauss, el hombre adoptaba el rol principal en la elaboración y transformación de los alimentos a ingerir. Para que no se pierdan y decirlo claramente, el hombre siempre ha dominado la cocina de fuego en barbacoa fuera de casa.
Es algo extraño, hombres que jamás se acercaban a la cocina en casa pero que tenían muy claro que su papel era éste y no otro delante de una barbacoa. La socialización masculina delante del fuego con una opcional bebida socializadora en la mano. Curioso.

¿Cuál es la razón objetiva para lo mismo? Es difícil de precisar. Primero, y lo que antes me viene a la cabeza es una razón de carácter machista. El fuego, como algo complicado de elaborar en origen, no puede ser dejado a una mujer que no va a ser capaz de crearlo. Así, el macho se apropia de esa función en una jugada que resumimos en “apártate que tú no sabes”. Y el hombre queda como el experto que tal vez no sea. Hagan memoria, repasen todas las veces posibles en las que alguien ha encendido una barbacoa y piensen en el % de hombres y mujeres.
Esperemos que en los últimos tiempos esto ya haya cambiado también.

Otra razón podría ser la de darle a la mujer el día “de fiesta”. Salimos de casa, estás fuera de TU cocina, así que el hombre se hace responsable en este nuevo hábitat. Es una opción que sigue siendo de un machismo recalcitrante afirmando el rol “natural” de la mujer en la cocina y en el que el hombre siempre “colabora”, no reparte funciones. Se acepta que la responsabilidad es femenina, pero se hace un favor. Indecente de igual forma.


Una tercera razón sería el peligro del mismo fuego. Otra vez el machismo entra por la puerta. Una mujer no debe correr ese riesgo y el hombre se “sacrifica” por ella. Muy gentil y altamente machista, bajo la corteza de la caballerosidad.

Una cuarta razón podría llegar a ser el “así se ha hecho siempre”, con lo que poco se puede añadir. Evidentemente el “así siempre se ha hecho” esconde otra visión dominante del macho doméstico.

No es un tema para el que haya que haber una respuesta. Es un simple pensamiento que siempre me ha fascinado y lo comparto con ustedes. Muchos años de barbacoas familiares y mucha observación gastronómica. Roles divididos, aparente banalidad que tal vez esconda aspectos no tan banales.

Necesidad de cambiar muchas visiones. Conseguir una igualdad efectiva desde los detalles.
Dios está en los detalles, decían. Pero también el Diablo...y tiene una relación más estrecha con el fuego, sin duda.

30 de mayo de 2013

El Dogma no nos hará libres.

La existencia del dogma es inherente a la naturaleza religiosa humana. Se cree una cosa sin tener que entenderla. Se cree algo sin preguntarte si tiene algún sentido. Se da por cierto una sentencia sin cuestionar la base científica que hay detrás de ella. 
En otras palabras y resumiendo, nos creemos lo que nos dicen y punto.

Parecía un mal alejado, digno de otros tiempos más oscuros aún (aunque la religión vuelva a las aulas a contar en el expediente) pero sigue entre nosotros. Nos gusta sentar cátedra y nos encanta que nos simplifiquen las cosas. Así podemos seguir la corriente sin tener que hacer el esfuerzo de cuestionar, investigar o preguntar el por qué de las cosas. Aquí hablamos de gastronomía en la medida de nuestras escasas posibilidades y de eso trata el post de hoy, del Dogma Gastronómico que basamos en la opinión del "yo sé más que nadie y voy a sentenciar como si escribiese las Tablas de la Ley". 

No se dan cuenta los autores de las sentencias de su responsabilidad y de cómo perjudican a mucha gente con la constante repetición de dogmas clásicos en bucle interminable. Los que me conocen y siguen en Twitter saben que hago referencia a veces a los gurús que nos iluminan con esas sentencias del tipo "las mejores bravas de la ciudad", "los mejores arroces del país" y esas cosas sinsentido porque no creo que haya nadie que haya probado ni todos los productos de una ciudad, y mucho menos de un país, ni creo que haya nadie que se pueda agenciar ser el catador universal en posesión del gusto global. Para que nos entendamos, lo que te gusta a ti igual no me gusta a mi o al revés. Dejemos las sentencias a los jueces. Por eso reclamo que al menos se diga "de las mejores" o "para mi gusto", y desterremos el dictatorial y autoritario "lo mejor porque yo lo digo". Todos habremos pecado alguna vez seguramente, pero nunca es tarde para rectificar.

¿Pero a qué viene esto hoy precisamente? Pues viene a colación por cierto artículo en cierta revista de ocio barcelonesa donde se recomiendan locales para comer, entre otras muchas cosas, en el que siguiendo unos criterios más que discutibles se empeñan en hacernos comulgar con ruedas de molino del tamaño de la pirámide de Jufu (sin duda la pirámide más alta del mundo). El artículo en cuestión trata sobre los mejores locales de Barcelona donde comer una hamburguesa. Y sigue el dogma que a base de repetición va calando. En la lista de 20 locales hay ausencias más que notables y en cambio nos encontramos con restaurantes con excelentes virtudes entre las que no está precisamente su hamburguesa si hacemos caso a las opiniones que nos llegan o leemos el artículo en sí (caso del local número 11, del que somos fans pero en el que se explica que tienen un montón de grandes sandwiches y al final se menciona de casualidad la hamburguesa. En una lista de hamburguesas...Pero ahí está).

No tenemos la verdad ni la queremos, sólo constato el hecho de que es curioso que locales que no nos gustaron ni a nosotros ni a mucha gente que conocemos siempre estén en las listas en primeras posiciones. Volviendo a resumir de forma rápida: sospechas de que existen intereses ocultos para encumbrar a unos locales sobre otros y favorecerlos. O el dogma. Que sí, que no sé quién ha dicho que es un local increible, pues a creerlo y a seguir la ola. "No me ha parecido gran cosa, pero es bonito"; "No me ha parecido gran cosa, pero la gente viene mucho"; "No me ha parecido gran cosa, pero está de moda, es bonito y al final comes, aunque no es barato. Debe ser porque es muy bueno". O no. Igual no vale tanto la pena, pero a fuerza de intentar convencernos, lo acabamos creyendo y ahí está nuestro error.
Moda, comodidad. ¿Dónde vamos? Al XXXX que es el mejor de la ciudad según dicen. ¿Quién lo dice? ¿Dónde vamos a comer unas bravas? Al Tomás o al Bohèmic, que son las mejores de la ciudad. Claro. Como si alguien las hubiese probado todas y no hubiese otras opciones igualmente buenas. Serán las más famosas, conocidas o fotografiadas, pero tal vez no sean las mejores. Nunca se espera nadie que venga alguien nuevo a hacerlo mejor. "Es que son las mejores desde siempre". Y hoy no puede abrir nadie y hacer unas mejores hamburguesas o patatas bravas. Por eso si se sigue promocionando y perpetuando el dogma desde algunas 
instancias lo que hacemos es perjudicar a otra gente que trabaja bien pero que por alguna razón no gastronómica no sale en la lista. No se les visita, no se les conoce, pero quedan fuera de "lo mejor" de la ciudad. Y se marca la tendencia. 

Para acabar están los hooligans religiosos que abrazan el dogma: yo soy de Tomás, yo soy de Bohèmic, yo soy de Estrella, yo soy de Moritz, etc. Y así se defiende a muerte tu religión y se intenta denigrar a la parte contraria. Qué ganas de complicarse y de casarse con una marca, como si pagaran a la gente por consumirlas y no al revés. 

En fin, misterios del mercantilismo, el branding y otros demonios.




10 de mayo de 2013

La Lista Negra y la Bandera.

Excusatio non petita acusatio manifiesta.


No es intención de este post, ni mucho menos, desacreditar el título de mejor restaurante del mundo concedido al Celler de Can Roca hace unos días. Por dos motivos: porque sería una paletada del tamaño del ego de algunas prima donas del mundillo gastronómico y porque que yo lo hiciera tendría una repercusión menor que esta entrada escrita en cirílico.

No va por ahí la cosa. El pensamiento en esta ocasión se encamina a la lista en sí, al hecho de que se le haga o no caso a cierto montaje en beneficio del show bussiness y de los patrocinios varios que deben ganar mucho dinero con esto. Vayamos por partes. 
El año pasado, la lista Restaurant volvió a encumbrar la cocina "de hierbas y algas" del Noma, definida por no recuerdo quién de esta grácil forma. En segundo lugar, El Celler de Can Roca se quedaba a las puertas de la gloria. Recuerdo gente rasgándose las vestiduras, casi prometiendo no volver a comer jamás algo que tuviese que ver con la botánica y sobre todo despotricando contra una lista "privada de medios privados que responde no a la calidad en sí de los locales sino a intereses ocultos" o contubernios judeomasones. Indignación, tongo, pucherazo. Toda la tarde del día de autos elucubrando con el más que posible número uno del Celler para que luego no fuese así. No todo el mundo, pero mucha gente del mundillo. Jamás se volvería a creer en una lista amañada dictada por no se sabe bien quién.

Hasta este año, claro. Noma lo tenía difícil tras casi envenenar durante el año a unos cuántos comensales (chúpate esa René, tío listo!!), con lo que era difícil que volviese a ganar tras el incidente. Eso dejaba al Celler en una posición más que privilegiada para encumbrarse. Y el mundo gastrohispano volvió a creer en la lista amañada. El milagro. La lista privada, ocultista e interesada volvía a ser una referencia dogmática. El número uno es el número uno, qué leches. Y sucedió. El Celler fue elegido como el mejor restaurante del mundo, sin discusión. Y se celebró como un título oficial en todo regla. ¿Lo es? Vuelvo al incio. Aquí no se discute que lo sea. Se discute el hecho. Se discute que hace un año la lista fuese un camelo y este año sea la Bíblia en edición incunable. Se discute que seamos tan chovinistas como los denostados franceses. Que tengamos unos principios pero que si no gustan tengamos otros. Que surja una especie de orgullo patrio de baja calaña para pasarles por la cara a no se sabe tampoco muy bien quién que "seamos" los mejores, etc. ¿"Somos" los mejores? ¿Quiénes somos nosotros? ¿España? ¿Quién cocina en el Celler, toda esa España y ancha es Castilla? No entiendo de orgullos patrios, más que nada porque me gustaría saber también el apoyo institucional que se le da al sector desde el Ministerio en cuestión, por ejemplo. Pero vaya, que el que quiera buscar una excusa y emborracharse por el orgullo nacional de que un restaurante de Girona sea el número uno del mundo, pues que lo haga. Repito por si no queda claro. Seguramente amo el Celler de Can Roca y aún no lo sé (no he ido, lo siento), pero no me siento más patriota si gana un título oficioso (ni oficial). Ni orgullo ni banderas. Pero si les hace felices, sigan con ello.

Otro día hablamos de cómo aprovecha este país que tanto quiere a sus restaurantes cuando ganan títulos el rédito de esta fama mundial y cómo lo invierte en educación gastronómica, por ejemplo. O si eso lo dejamos para un programa del corazón y hablamos de las supuestas rencillas personales entre los Roca o Adrià o entre sus mujeres, no sé. Eso sí que sabríamos hacerlo bien. Sin duda.

Pero bueno, yo no entiendo de esto.


27 de abril de 2013

DECLARATIO.

No es ésta una declaración de principios al uso. Ni tan siquiera sé si es una declaración de principios. Sé que es una declaración personal e intransferible que escribo hoy, ahora y bajo un estado de ánimo determinado. Aviso para despistados que aunque mencione lo del estado de ánimo lo que les voy a escribir ahora seguramente no diferiría demasiado si lo escribiese en otro momento.

La declaración de hoy dibuja un camino que ya he ido esbozando en otros artículos, y se refiere al hecho de que rechazo el apoyo que desde muchos blogs patrocinados (imagino), se da a locales que no necesitan más publicidad. Locales de dudoso gusto y salubridad que se gastan mucho dinero para comprar espacios en Internet e intentar convencernos de sus bondades. NO. Ya basta de apoyar a corporaciones, multinacionales y otros gigantes del Mal. No me vengan con los cuentos de que si la inversión, los puestos de trabajo y demás patochadas demagogas. Si no existen los gigantes, otros ocuparán su lugar. Sin duda.
Apoyemos a la gente que se arriesga, que se juega lo que tiene, que tiene un pequeño local, que trabaja bien, que hace más horas que un reloj, que compite en un mercado de gigantes siendo muy pequeños, gente que abre un pequeño local al lado de casa, en el barrio, que intenta ofrecer alguna cosa diferente, imaginativa, creativa, gente a la que le cuesta llegar a fin de mes. Lo que sea. Pero apoyemos a esa gente, que se gane la vida. Si se lo merecen, evidentemente. No se trata de apoyar a ineptos del barrio, a incapaces de la gestión o a tiranos empresaruchos emprendedores sólo por el hecho de que estén al lado de casa. Se trata de dar apoyo a la gente que decía antes, que da la cara y que se arriesga, sobre todo en estos momentos de crisis. Gente como tú o como yo que decide un día que va a arriesgar. Y en esto deberíamos pensar cuando tenemos que decidir con los cuatro euros que tenemos en el bolsillo y que hemos decidido gastar en algún sitio. 

Es una proclama de hartazgo. Es una proclama que deriva de mi propia concepción del mundo y de la sociedad. No queremos Eurovegas, no quiero más McDonald's. No quiero que todos los beneficios de esta ciudad acaben en Seattle o en Atlanta. Quiero que María, Lara, Adelf, Jacquie, Juanma y muchos otros tengan esos beneficios para ellos y que los hagan revertir en esta, su comunidad, la sociedad de la que forman parte. No quiero trabajos precarios en cadenas de restauración con sede a 8000 kilómetros de distancia donde van a parar esos beneficios al final. Basta ya de provincianismos ochenteros. Recreemos nuestro propio tejido social, nuestras redes de producción, consumo y de mercado global partiendo de lo local antes de que sea demasiado tarde. No quiero expropiar nada ni quiero echar del país a esas multinacionales. Sólo pido que pensemos antes de consumir, que decidamos. Tal vez sea el último reducto de la democracia occidental, decidir qué consumir. No es votar, ya sabemos cómo es nuestra política, pero al vivir en estas sociedades capitalistas y mercantiles que nos han sido dadas, tal vez lo único verdadero que nos quede es el derecho a decidir dónde, qué y cómo gastamos lo poco y cada vez menos que nos queda. Mi (menguante) dinero va a ir cada vez menos (y si puede ser nunca más) a pagar a fondos de inversión en las Islas Caimán. Se acabó. De hecho se acabó hace tiempo. Cada día elijo consumir a gente que creo que vale la pena. A gente con cara, ojos y espíritu. El mercado es invisible, nos dicen. Mentira. El mercado lo creamos nosotros y tiene esa cara, esos ojos, el espíritu y el alma que nosotros queramos que tenga.
Estamos en ESTE momento y las reglas tienen que cambiar. 

Yo lo tengo muy claro. 

15 de abril de 2013

De la influencia de tu ego.

Demasiada gente en este ecosistema por el que nos movemos cree ser un líder de masas y apostaria a que le gusta esa sensación. Demasiada gente que crea un mundo paralelo a imagen y semejanza de su ego para disfrute de su persona. Pero la verdad puede arruinarnos el momento.

Tener followers en twitter, visitantes a tu blog o fans de tu página de Facebook significa bien poco. Y a mi modo de ver lo significa por dos motivos: uno porque en muchos casos se trata de la misma gente que te sigue por todos los medios, con lo que el número no deja de ser un espejismo. Y dos, porque en demasiados casos se falsean las cuentas de esos seguidores o fans para sacar un provecho con ello. Fraude, egoismo y asco en Las Vegas o en Pamplona. (Obviando el hecho de que las estadísticas en blogger, por ejemplo, no son del todo exactas)

La influencia que generamos (y hablo en plural por defecto, sin querer compararme obviamente con los que ya llegan a los 1000 seguidores como poco, que yo no tengo) los que por alguna razón nos dedicamos a esto es a lo sumo mínima, sobre todo cuando eres el señor nadie. No nos engañemos, la gente que está presente en Twitter, lee tu blog o mira tu página de Facebook es un % muy pequeño de la gente que vive en este país y de la gente que utiliza internet cada día. Vive con ello, llegas a muy poca gente en términos absolutos. En los relativos puedes dedicarte a una sesión de onanismo si te apetece. Pero aún y así, demasiada gente vive de influir, y demasiadas marcas se gastan buena parte de su presupuesto en hacer que unos pocos influyan a unos más, que no muchísimos. ¿Cómo sale a cuenta? No es que me preocupe lo que hagan las empresas privadas con su dinero, pero es que como fenómeno no acabo de verlo claro, algo me hace levantar algunas suspicacias. Y no es el hecho de que algun@s famos@s se dediquen todo el día a cantar las excelencias de tal o cual marca y lo buenos que son sus productos, que normalmente son una bazofia y no los recomendarías si no te pagasen. Se llega a extremos ridículos, pero el quid es entender cómo sale a cuenta eso.

¿Cómo se valora a quién fichar y a quién no? ¿Por qué cantidades? ¿A cambio de influir a cuatro gatos que se pasan el día mirando tu cuenta de twitter? No me refiero a pequeños establecimientos que invitan a un evento para darse a conocer, hablo de grandes corporaciones o restaurantes estrellados que al parecer necesitan de líderes y gurús para que les hagan una publicidad que no veo por dónde sale a cuenta. Nadie garantiza que la presencia de X te sirva para que España se entere de lo bueno que eres como restaurante. Los que quieren estar informados ya saben lo bueno, o lo malo, que eres. ¿Estamos en un círculo vicioso en el que los viciosos somos cuatro?

Me gustaría tener cifras del impacto que tiene una acción del tipo cena en X con Z e Y. Me da la sensación, seguramente errónea porque de lo contrario no se harían, que el único que gana es el invitado. Pero, ¿quién es este invitado? ¿El o la de los followers sospechosos? ¿El gurú o la lideresa de moda? ¿Necesitaria el Bulli estos invitados? ¿Por qué los necesita ahora Albert Adrià? ¿Le sale a cuenta sabiendo el impacto inmediato que tiene en redes ese tipo de actos? ¿Qué tipo de impacto tienen esos eventos? Me interesa eso.

Asumámoslo rapidamente y de forma poco dolorosa. Lo que escribimos queda escrito pero es poco leido. No existe el consumo masivo de información gastronómica o como le queramos llamar porque no existe ni tan siquiera el consumo masivo de información del tipo que sea. Estamos creando unas castas entre todos que son del todo artificiales (hasta que los números me demuestren lo contrario), favoreciendo la aparición de tipos como yo mismo que puede llegar a pensar que tiene un cierto poder y cree ser un Emperador romano hablando en términos barrocos para darse una importancia más que relativa. Algun@ debe haber ya al que el "poder" se le debe haber subido a la cabeza. Allá él, ella y los que los "contratan".

Yo sigo sin ver el negocio de que alguien hable de ti a un ejército de fantasmas. Al menos hasta que mucha más gente consuma lo que se produce en la red.

8 de abril de 2013

Del blog y el periodismo: anotaciones futiles a un debate innecesario.

En los últimos tiempos se perciben fuertes vibraciones fruto de movimientos que están arrasando con cierto orden establecido hasta hace no mucho intocable. De hecho creía que era un debate casi pasado, pero al parecer no era así.

El monopolio de la palabra por parte de aquellos que habían estudiado y trabajado para tenerlo (imagino) va cediendo ante una tendencia universal que es la presencia de los más que incómodos blogueros que escriben sin tener licencia para hacerlo, y que para más inri son leidos.
El tema central con el que nos encontramos es que hay muchos periodistas que no toleran la supuesta invasión de unos advenedizos sin formación para ser tratados de igual a igual. Seguramente tengan razón.
Lo normal, de hecho, es que un bloguero amateur no se pueda comparar ni por asomo con un profesional de los medios. Lo más seguro es que tampoco lo pretenda. ¿Y un profesional del blog? Pues la verdad es que no lo sé. No puedo hablar por los que se dedican a eso ni pretendo hacerlo, pero no puedo no comentar el tema de los que reparten carnets sobre quién puede o debe escribir sobre algo o lo siguiente. Incluso aunque no esté de acuerdo con el sistema que voy a defender y me explico.


No seré yo el que defienda la proliferación de ignorantes que deban cobrar por su ignorancia. No seré yo el que le diga a una empresa a quién debe contratar para poder ganar más dinero, que oh sorpresa, es su objetivo. Pero seré yo, ahora, el que hable sobre qué significa ser bloguer y poder tener la opción de escribir sobre lo que uno quiera.

Ser bloguero es muy sencillo pero no es fácil. Es un mundo superpoblado en el que millones de aspirantes a leibles esperan ser leidos. Es sencillo tener un blog y muy difícil ser un bloguero de constancia y esfuerzo. Un bloguero no pretende per se convertirse en un periodista. Ni busca que le convaliden unas asignaturas de la carrera. Escribe y si tiene suerte o cierta gracia será leido, nada más. Si comunica bien y consigue una legión de seguidores, llamará la atención e incluso al final de una vida virtual de éxito podría llegar a cobrar por escribir o aspirar a parecer un periodista de los serios. Pero son casos contados. Un bloguero con inquietudes intenta transmitir, divulgar lo que le apetezca e irse a casa. Un periodista es otra cosa. El qué no lo sé porque tampoco lo soy, pero alguien que trabaja en los medios no es simplemente un bloguero. Sobre si hay método en un periodista, se da por hecho, pero incluso un bloguero podría tenerlo. Luego además hay periodistas que son blogueros porque ven el poder de la comunicación sin ataduras, simple y directa y porque les apetece. Nadie se lo impide. Y el que no quiera entender lo que es la blogosfera y quiera vivir de espaldas a esa realidad, allá cada uno.
El mundo cambia aunque no nos guste.

En mi campo profesional, que es la docencia, sabemos de qué va el tema hace tiempo. Seguramente más de un periodista de prestigio y solera haya ejercido de profesor, conferenciante o divulgador en alguna ocasión. Y nadie se ha tirado encima de nadie porque es una soberana estupidez. La divulgación o la docencia es en sí un valor, lo haga quién lo haga. Si consigues ser un buen divulgador, divulga. 

Por eso no acabo de entender estos ataques de celos en demasiadas ocasiones. Dejemos ya esta estupidez de la confrontación blogosfera virtual vs medios reales. El que se sienta inseguro que busque alguna forma para remediarlo, pero que no meta a todos los blogueros del mundo en el saco del arribismo y la ambición. Dedíquense a hacer periodismo de verdad y dejen a los ignorantes como el que les escribe tranquilos. No queremos quitarle el sitio a nadie, el blog es nuestra única manera de comunicar y expresar unas cosas que pudieran interesar a alguien. El problema si les quitan el sitio igual no es nuestro. ¿Se lo han planteado alguna vez?


Firmado, un arribista ignorante con un blog. Lo siento.


1 de abril de 2013

De los inicios: CULTURA GASTRO.

La entrada que les propongo hoy es muy diferente a las que normalmente pueden encontrar por aquí. Saben que gusto de escribir ciertas irreflexiones desde la más total de las ignorancias y el atrevimiento que otorga la misma, pero hoy les quiero presentar, simplemente y no es poco, el último proyecto con el que estamos comprometidos: La Asociación CULTURA GASTRO.

Cultura Gastro es una asociación cultural que tiene como primer precepto y como pueden leer en nuestro Manifiesto, "investigar, preservar y difundir el patrimonio gastronómico y culinario. Consideramos la gastronomía como cultura y como tal reflexionamos alrededor de sus múltiples perspectivas: historia, economía, ciencia, antropología, filosofía, arte, religión, política… La gastronomía es el propio sostenimiento de la humanidad, moldea la vida de cada persona en todos los lugares del mundo y en todos los días de su vida."

Un objetivo nada desdeñable y en el que nos vamos a esforzar durante los próximos tiempos, para consolidar nuestra visión común sobre la importancia de la Cultura gastronómica en nuestras sociedades y en la formación de una identidad propia.



El proyecto de difusión va acompañado de Rutas Gastronómicas por barrios de la ciudad de Barcelona, Cursos, Conferencias, Charlas, cenas temáticas dedicadas a gastronomías de diversos espacios geográficos y otras muchas sorpresas que se irán dando a conocer en los próximos meses.
Es un proyecto ambicioso que conjuga muchos aspectos, entre ellos la historia y la gastronomía que como se imaginan me apasionan. 


En este proyecto van a encontrar a gente de muy diverso tipo pero de objetivos y finalidades parecidas. El equipo está formado por: Carmen Alcaraz del Blanco, fundadora y alma mater del proyecto; Mar Calpena, periodista y blogger; Alberto García Moyano, blogger; Albert Molins, periodista y blogger; Raquel Lamazares, licenciada en Turismo y Master en Gestión del Patrimonio Gastronómico y Culinario. Al final, el que les escribe, profesor de Historia y blogger a tiempo parcial como ya saben.

Un proyecto ilusionante y un viaje excitante que queremos compartir con ustedes y en el que queremos que participen siempre que puedan. Por la cultura.
Visiten la web para estar al día de las actividades.



Les dejo mi primera humilde aportación en la página web de Cultura Gastro: Memoria.


Y aquí donde pueden encontrarnos:
Cultura Castro en Facebook: https://www.facebook.com/CulturaGastro
Cultura Gastro en Twitter: @Cultura_Gastro
Mail: info@culturagastro.com


11 de marzo de 2013

El Festival de la duda.

Escribo este artículo desde la relativa perplejidad y atrevimiento que me permite mi propia ignorancia. Escribo este artículo porque desconozco tantas y tantas cosas que me voy a permitir divagar sobre algo que tal vez no tenga interés alguno o que tiene alguna explicación tan banal y sencilla que no alcanzo a comprender por mi mismo. Tal vez todo se reduzca a una simple mala interpretación por mi parte y esté mezclando churros con cupcakes merinos. No conozco las reglas que rigen este hábitat.

Este pasado fin de semana se celebró en Barcelona el II Barcelona Beer Festival, festival que intenta consolidarse como referente por estas tierras con permiso del de Mediona, que ya lleva algunas ediciones más, dedicado a la cerveza artesanal y que cuenta con productores de todo tipo que llegan desde las más diversas latitudes. Es un festival donde poder probar, conocer e incluso amar algunas cervezas desconocidas, y si eres un consumidor nivel usuario la cantidad de 300 referencias a testear es poco menos que un reto de lo más interesante. Dejaré para lahoradelbagel el análisis formal y profano del evento, centrándome ahora en otro aspecto que me ha interesado acerca del Festival.

Lo que más me llamó la atención sobre un Festival que movió alrededor de 25000 personas en tres días es la nula atención prestada por el sector periodístico gastronómico al evento. Sólo hay que revisar los comentarios en Twitter de grandes personalidades de este mundo y si encuentran alguno avísenme.
¿La cerveza no es gastronomía? ¿La cerveza no es cultura gastronómica? ¿Y no es propia? ¿Y si enfocamos el apoyo al festival no sólo por el lado de la cerveza sino el de la promoción de emprendedores que se están dejando la piel para tirar adelante sus proyectos desde posiciones a veces muy humildes? ¿Por qué ninguno de los gastrónomos de referencia del país, o de la ciudad, parece haberse pasado por el festival?


Improviso diversas teorías al respecto, seguramente todas erróneas, pero me gustaría que alguien me explicara el por qué (casi) toda la profesión se desplazó a Girona a escuchar a chefs y hacer muchas fotos pero nadie se pasó por Las Arenes a tomarse una cerveza y apoyar a un sector al alza. Lo dejo claro, no era obligatorio ir, faltaría más, simplemente me parecía una buena idea y un detalle, además de tenerlo tan próximo.
Mi primera teoría, muy banal y ya presumo que errónea, es que todavía hoy demasiada gente identifica cerveza con bebida de tercera regional, propia de borrachuzos y de heavies a las puertas de un concierto, litrona en mano. Y no estamos hablando de eso, lo saben de sobras y espero entiendan la diferencia. No es cuestión de glorificar vinos y champagnes o cavas, para menospreciar el arte cervecero. Seguramente, y eso dicen los entendidos, muchos quesos maridan mucho mejor con unas cervezas determinadas antes que con otra cosa. En fin, puede ser una explicación, la discriminación de la cerveza como elemento.
Igual necesitamos más chefs mediáticos haciendo cerveza. Artesana.


Mi segunda teoría, y espero que más errónea que la anterior por el bien común, es que muchos grandes opinadores se vean algo condicionados a acudir a eventos de este tipo donde no están presentes las grandes marcas del sector. Sería algo muy lamentable, pero viendo los tiempos que corren, no creo que sea nada descabellado pensar en una posibilidad así. Me parecería mejor si se diese este caso que los periodistas, opinadores o lo que sean, lo dejasen claro: "No vamos a promocionar actos de este tipo porque no quiero que se enfade la marca X". No sé.
Igual la teoría de la conspiración juega una mala pasada a Holden Caufield otra vez.


La tercera teoría tiene que ver con los gustos personales de cada uno. Es la más simple y menos polémica según mi punto de vista: simplemente no les apetecía ir al Festival o no les gustan las cervezas artesanas ni les interesa ese mundo. Lo acepto como posibilidad, aunque no me negarán que no pierde gracia el artículo si fuese ésta la elegida. La conspiranoia se quedaría en nada.

En todo caso, mucha gente y mucho ruido virtual en las redes, pero escaso apoyo y/o interés desde el mundo profesional de los medios de comunicación. Todo muy indie y nada mainstream. Dudas.
Podría pasar que tal vez algún día Brewdog les haya comido el mercado a las majors.
Y nosotros podremos decir que estuvimos allí, cuando todo empezó. Detrás de los pioneros y los padres fundadores. 





4 de marzo de 2013

El caballo no es el problema.

No deja de ser paradójico todo lo acontecido en las últimas semanas a raíz del "descubrimiento" de ADN de caballo o potro en productos preparados en los que únicamente debería haber habido ternera. No es la intención de este artículo una reflexión al respecto puesto que otros ya la han hecho antes y mejor.

Lo que sí que es intención de este artículo es mostrar la paradoja que les anunciaba al principio.
Llevamos años, lustros, décadas, desprestigiendo por ejemplo, a los restaurantes de comida china por una causa ciertamente parecida. Años de tópicos, imbecilidades, análisis de tasca palillo en boca en los que se comentaba lo que te podrían llegar a poner esos malignos chinos desconocidos a los que no se entendía cuando hablaban entre ellos. Que si gato, que si perro, que si los chinos no se mueren en este país, deslizando cierta sospecha maléfica, etc. Todos hemos oído estupideces de ese calibre e incluso podría darse el caso de que las hubiésemos dicho. Todo eran risas, desconfianzas e incluso boicots. "Yo no voy a un chino ni aunque me inviten". Seguro que conocen a alguien que alguna vez dijo algo similar. No lo nieguen.
Y miren ustedes por qué casualidades de la vida que no han sido ellos, tan poco de fiar según la creencia popular, los que nos daban gato por liebre (sin que vaya con segundas) si no "nuestras" propias empresas, infalibles, emprendedoras y occidentales las que nos han engañado masivamente, timado o estafado. Sí, estafado, porque no se puede pagar como ternera de la buena lo que no es.

Ese sector privado de la alimentación, un motor de la economía y que es una de las esperanzas para salir de esta crisis, engañando, como vulgares bancos vendiendo preferentes. No estoy diciendo envenenando. Hablamos del engaño, no del perjuicio, que no creo exista como tal atentado a la salud. Pero engaño.

Imaginen esta situación circunscrita a lo que antes les comentaba. ¿Imaginan que se demuestra que en restaurantes chinos se ha servido masivamente algo que no era lo que se decía que era? ¿En qué punto del linchamiento mediático-social estaríamos de haber sido así? ¿En qué punto estamos ahora respecto a estas empresas que engañan, que nos engañan como consumidores? ¿Las ha cerrado Sanidad? ¿Las ha cerrado el Gobierno? ¿Se les ha prohibido seguir con su actividad?
No han sido los chinos los que nos han puesto gato en el plato. Por ahora, y según las pruebas que tenemos, los que han estado más cerca de hacerlo (que espero no hayan hecho) han sido algunas multinacionales muy poderosas. Pero no pasará nada. Nos han engañado, pero no importa. Nos han cobrado de más, pero no importa. No sabemos qué hemos estado comiendo, pero no importa. Nadie los han controlado hasta que alguien ha dado la voz de alarma. Pero no pasa nada. Son los poderes económicos que nos van a sacar de esta crisis. Aunque tengan que engañarnos un poquito. O mucho.