11 de marzo de 2013

El Festival de la duda.

Escribo este artículo desde la relativa perplejidad y atrevimiento que me permite mi propia ignorancia. Escribo este artículo porque desconozco tantas y tantas cosas que me voy a permitir divagar sobre algo que tal vez no tenga interés alguno o que tiene alguna explicación tan banal y sencilla que no alcanzo a comprender por mi mismo. Tal vez todo se reduzca a una simple mala interpretación por mi parte y esté mezclando churros con cupcakes merinos. No conozco las reglas que rigen este hábitat.

Este pasado fin de semana se celebró en Barcelona el II Barcelona Beer Festival, festival que intenta consolidarse como referente por estas tierras con permiso del de Mediona, que ya lleva algunas ediciones más, dedicado a la cerveza artesanal y que cuenta con productores de todo tipo que llegan desde las más diversas latitudes. Es un festival donde poder probar, conocer e incluso amar algunas cervezas desconocidas, y si eres un consumidor nivel usuario la cantidad de 300 referencias a testear es poco menos que un reto de lo más interesante. Dejaré para lahoradelbagel el análisis formal y profano del evento, centrándome ahora en otro aspecto que me ha interesado acerca del Festival.

Lo que más me llamó la atención sobre un Festival que movió alrededor de 25000 personas en tres días es la nula atención prestada por el sector periodístico gastronómico al evento. Sólo hay que revisar los comentarios en Twitter de grandes personalidades de este mundo y si encuentran alguno avísenme.
¿La cerveza no es gastronomía? ¿La cerveza no es cultura gastronómica? ¿Y no es propia? ¿Y si enfocamos el apoyo al festival no sólo por el lado de la cerveza sino el de la promoción de emprendedores que se están dejando la piel para tirar adelante sus proyectos desde posiciones a veces muy humildes? ¿Por qué ninguno de los gastrónomos de referencia del país, o de la ciudad, parece haberse pasado por el festival?


Improviso diversas teorías al respecto, seguramente todas erróneas, pero me gustaría que alguien me explicara el por qué (casi) toda la profesión se desplazó a Girona a escuchar a chefs y hacer muchas fotos pero nadie se pasó por Las Arenes a tomarse una cerveza y apoyar a un sector al alza. Lo dejo claro, no era obligatorio ir, faltaría más, simplemente me parecía una buena idea y un detalle, además de tenerlo tan próximo.
Mi primera teoría, muy banal y ya presumo que errónea, es que todavía hoy demasiada gente identifica cerveza con bebida de tercera regional, propia de borrachuzos y de heavies a las puertas de un concierto, litrona en mano. Y no estamos hablando de eso, lo saben de sobras y espero entiendan la diferencia. No es cuestión de glorificar vinos y champagnes o cavas, para menospreciar el arte cervecero. Seguramente, y eso dicen los entendidos, muchos quesos maridan mucho mejor con unas cervezas determinadas antes que con otra cosa. En fin, puede ser una explicación, la discriminación de la cerveza como elemento.
Igual necesitamos más chefs mediáticos haciendo cerveza. Artesana.


Mi segunda teoría, y espero que más errónea que la anterior por el bien común, es que muchos grandes opinadores se vean algo condicionados a acudir a eventos de este tipo donde no están presentes las grandes marcas del sector. Sería algo muy lamentable, pero viendo los tiempos que corren, no creo que sea nada descabellado pensar en una posibilidad así. Me parecería mejor si se diese este caso que los periodistas, opinadores o lo que sean, lo dejasen claro: "No vamos a promocionar actos de este tipo porque no quiero que se enfade la marca X". No sé.
Igual la teoría de la conspiración juega una mala pasada a Holden Caufield otra vez.


La tercera teoría tiene que ver con los gustos personales de cada uno. Es la más simple y menos polémica según mi punto de vista: simplemente no les apetecía ir al Festival o no les gustan las cervezas artesanas ni les interesa ese mundo. Lo acepto como posibilidad, aunque no me negarán que no pierde gracia el artículo si fuese ésta la elegida. La conspiranoia se quedaría en nada.

En todo caso, mucha gente y mucho ruido virtual en las redes, pero escaso apoyo y/o interés desde el mundo profesional de los medios de comunicación. Todo muy indie y nada mainstream. Dudas.
Podría pasar que tal vez algún día Brewdog les haya comido el mercado a las majors.
Y nosotros podremos decir que estuvimos allí, cuando todo empezó. Detrás de los pioneros y los padres fundadores. 





4 de marzo de 2013

El caballo no es el problema.

No deja de ser paradójico todo lo acontecido en las últimas semanas a raíz del "descubrimiento" de ADN de caballo o potro en productos preparados en los que únicamente debería haber habido ternera. No es la intención de este artículo una reflexión al respecto puesto que otros ya la han hecho antes y mejor.

Lo que sí que es intención de este artículo es mostrar la paradoja que les anunciaba al principio.
Llevamos años, lustros, décadas, desprestigiendo por ejemplo, a los restaurantes de comida china por una causa ciertamente parecida. Años de tópicos, imbecilidades, análisis de tasca palillo en boca en los que se comentaba lo que te podrían llegar a poner esos malignos chinos desconocidos a los que no se entendía cuando hablaban entre ellos. Que si gato, que si perro, que si los chinos no se mueren en este país, deslizando cierta sospecha maléfica, etc. Todos hemos oído estupideces de ese calibre e incluso podría darse el caso de que las hubiésemos dicho. Todo eran risas, desconfianzas e incluso boicots. "Yo no voy a un chino ni aunque me inviten". Seguro que conocen a alguien que alguna vez dijo algo similar. No lo nieguen.
Y miren ustedes por qué casualidades de la vida que no han sido ellos, tan poco de fiar según la creencia popular, los que nos daban gato por liebre (sin que vaya con segundas) si no "nuestras" propias empresas, infalibles, emprendedoras y occidentales las que nos han engañado masivamente, timado o estafado. Sí, estafado, porque no se puede pagar como ternera de la buena lo que no es.

Ese sector privado de la alimentación, un motor de la economía y que es una de las esperanzas para salir de esta crisis, engañando, como vulgares bancos vendiendo preferentes. No estoy diciendo envenenando. Hablamos del engaño, no del perjuicio, que no creo exista como tal atentado a la salud. Pero engaño.

Imaginen esta situación circunscrita a lo que antes les comentaba. ¿Imaginan que se demuestra que en restaurantes chinos se ha servido masivamente algo que no era lo que se decía que era? ¿En qué punto del linchamiento mediático-social estaríamos de haber sido así? ¿En qué punto estamos ahora respecto a estas empresas que engañan, que nos engañan como consumidores? ¿Las ha cerrado Sanidad? ¿Las ha cerrado el Gobierno? ¿Se les ha prohibido seguir con su actividad?
No han sido los chinos los que nos han puesto gato en el plato. Por ahora, y según las pruebas que tenemos, los que han estado más cerca de hacerlo (que espero no hayan hecho) han sido algunas multinacionales muy poderosas. Pero no pasará nada. Nos han engañado, pero no importa. Nos han cobrado de más, pero no importa. No sabemos qué hemos estado comiendo, pero no importa. Nadie los han controlado hasta que alguien ha dado la voz de alarma. Pero no pasa nada. Son los poderes económicos que nos van a sacar de esta crisis. Aunque tengan que engañarnos un poquito. O mucho.